Recuerdo
en mi infancia cuando, a menudo, acompañaba a mi abuelo a comprar
melones. En Vic, como en la mayoría de poblaciones catalanas, con la
llegada del verano solían aparecer unas paradas ambulantes que vendían
melones y sandías. Solían extender una montaña enorme de estas frutas,
apiladas una sobre la otra encima de una lona extendida en el suelo.
Allí, al lado de mi abuelo, yo observaba fascinado como aquel señor, con
sus manos ásperas, escogía un melón, empezaba a palparlo con firmeza,
lo sospesaba y seguidamente presionava los extremos con los pulgares.
Entonces, con una voz profunda y un acento, para mí, muy raro, emitía su
veredicto: Este seguro que saldrá bueno. Aquel ritual siempre me ha
parecido maravilloso, y ha quedado grabado en mi memoria para siempre.
El melón no gusta a todo el mundo, es más, es uno de esos productos que
tienen grandes defensores y grandes detractores. A lo largo de la
historia se le han atribuido varias defunciones causadas por su ingesta
excesiva. El cronista Pierre Mathieu explica que el Papa Pablo II murió
por culpa de una apoplejía después de hartarse de melones, también se ha
dicho que esta fruta fue la causa de la muerte del emperador Alberto
II. En cambio el célebre gastrónomo Grimod de la Reynière escribió que
"el melón es la flor de todas las frutas", monarcas como Enrique IV y
Luis XIV, ambos de Francia, fueron grandes consumidores y otras
personalidades como Alejandro Dumas, incluso llegó a regalar una
colección completa de sus obras al ayuntamiento de Cavaillon, célebre
por sus melones, a cambio de que, mientras él viviera, se le enviaran
cada año, doce melones.
Parece
ser que el melón, es de origen africano, los egipcios ya lo conocían y
de allí pasó a Grecia y más tarde en Roma, donde Plinio lo menciona en
su "Historia natural". En la antigüedad, el melón era diferente al
actual, era menos dulce y parecido al pepino, su tamaño era como el de
la naranja y se solía comer como ensalada tratado como una hortaliza. El
melón reaparece en la historia, en España, de la mano de los árabes,
que con sus técnicas de regadío y selección de semillas, lo "endulzaron"
y aumentó de tamaño. Durante el cisma de occidente los Papas medievales
llevaron consigo a Francia, en Aviñón, sus melones que cultivaban en la
villa de Cantalupo (Italia), viniendo de ahí el nombre de esta conocida
variedad, Cantaloup.
El melón no tiene muchas recetas y es que su
gran problema es la condición de sus parejas de baile. Me explicaré, las
dos recetas más universales hechas con melón son:
"Prosciutto e
Melone", la receta italiana de melón "Canteloup" con jamón de Parma. Un
plato fantástico para el verano, ya que la frescura del melón dulce y
jugoso liga perfectamente con el jamón serrano, y a veces ahumado de
Parma. Otra cosa sería estropear un extraordinario jamón Ibérico, que él
solito ya se espabila suficientemente y no le hace falta ningún
acompañante.
"Melon au Porto", receta francesa hecha con "Canteloup" o
a veces con "Cavaillon", delicioso entrante, siempre que, de igual
manera que en el caso anterior, no desaprovechamos y aguamos un
fantástico, noble y envejecido Oporto Vintage de primera división.
Aunque
en el mundo de la gastronomía todo es cuestión de gustos y desde mi
punto de vista, no hay ninguna otra regla que la que dice "come, bebe y
disfruta de lo que más te gusta, preparado, cocinado y servido de la
forma que más te gusta ", me parece que los grandes jamones Ibéricos y
los venerables y nobles vinos de Oporto son dignos de ser disfrutados
con el respeto y dignidad que su condición e historia se merece. Estoy
absolutamente de acuerdo con Nestor Luján cuando decía: "Los Oportos
viejos y nobles son vinos para estar en reverencial coloquio con ellos".
Hay muchas variedades de melón, pero permitidme que destaque algunas de las más habituales.
El "Cantaloup", pequeño, redondo y con la piel reticulada, que es bastante dulce y con la carne anaranjada.
el "Galia" similar al "Cantaloup" con el reticulado más fino y con la carne blanca verdosa y mantecosa,
el "Amarillo canario", más grande que los anteriores y con la piel amarilla y la carne blanca,
el "Honey dew", redondo, de unos 2 kg. con la piel verde pálido y muy dulce,
el
"Piel de sapo" el más habitual en España donde en Villaconejos tiene la
capital, ovalado, de color verde con la piel rugosa y la carne blanca y
muy crujiente,
el "Tendral" el más tardío con la piel gruesa verde oscuro y muy dulce.
Volviendo a mi infancia, recuerdo un día, que aquel señor con las manos ásperas, voz profunda y acento extraño, nos dijo:
"Para comer un buen melón, hay que escoger a uno de buen tamaño, que
pese bastante, la piel no debe ser demasiado dura, que tendría gusto de"
pepino ", ni demasiado blanda que tendría gusto de calabaza, no debe
haber estado nunca en la cámara, se debe comer no demasiado helado y
intentad comerlo de una vez, ya que enseguida pierde su perfume y en la
nevera absorbe el aroma de los otros alimentos ".
Si hacéis todo esto, tendréis el cielo ganado, al menos por un rato.