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martes, 26 de marzo de 2013

Crêpes

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Crêpes

Una de las comidas más populares hoy en día son las crêpes. En los tiempos del Imperio Romano ya encontramos preparaciones similares hechas con masa de harina, huevos, y leche. Desde entonces cada cultura se las ha hecho suyas y las podemos encontrar en todo el mundo.
En Inglaterra y Estados Unidos llaman Pancakes, y en Sudamérica su traducción, Panqueques. En los países de centro Europa encontramos las Palatschinken en Austria, las Palcsinta a Hungría, las Palacinka Chequia, las Pfannkunchen en Alemania y las Pannenkoeken en Holanda. En Rusia encontramos los Blinis que son más gruesos, en China los Bing, que acompañan el pato laqueado ....
En Galicia ya Asturias también son un manjar muy tradicional, encontramos los Frixuelos y las Filloas que como en todas partes se pueden rellenar con ingredientes dulces o salados.

Pero, claro, el país que más reivindica su creación es Francia. En Bretaña las crêpes son una parte importante de la gastronomía y parece ser que la primera referencia escrita data del año 1390. Podemos encontrar de dos tipos, las dulces, elaboradas con harina de trigo y las saladas, llamadas galettes, que se elaboran con harina de alforfón. A diferencia de los panqueques, blinis, y otros, ninguna de las dos llevan levadura. Se suelen comer por la fiesta de la Candelaria y por Carnaval, especialmente durante el célebre Mardi Gras, la tradición popular dice que comer crêpes en estas fechas, trae buena suerte.

Las crêpes están muy ligadas a las supersticiones. Cuando se fríen se girarán al aire con la misma sartén, de eso viene la expresión faire sauter des crêpes. Ahora esta técnica es más sencilla, gracias a los materiales antiadherentes, pero antes era una auténtica proeza. Por eso, si lo conseguías, comportaba  buena suerte, si se hacía con una moneda en la mano auguraba que se ganará dinero. Incluso en las bodas, la novia hacía saltar la crêpe, para saber si sería feliz en el matrimonio.

Hay una leyenda que cuenta que el Mardi Gras de 1812 Napoléon Bonaparte, fue al castillo de Malmaison donde vivía recluído su primera esposa Joséphine de Beauharnais. Allí intentó preparar unas crêpes pero, en sus tres intentos,  no logró hacerlas saltar sin que cayeran al suelo. A partir de ese momento comenzó su declive.

Probablemente la crêpe más conocida es la "Crêpe Suzette", según muchos gastronomos el mejor postre que se ha diseñado nunca, entre otros, Ernest Hemingway, gran consumidor de ellas.

Hay diferentes teorías sobre su origen.
Ernest Barmaun defiende que fue creada en el restaurante Marivaux de París en 1897, en honor de una actriz de la Comedie Française, llamada Suzette. Hay quien cuenta que fue el cocinero de Napoleón inspirado por el nombre de una amante suya.
Otra versión, más aceptada, nos dice que fue el chef del Hotel de París de Montecarlo, Henri Charpentier, que la creó para servir al príncipe de Wales, Edward VII, flameandola por error. EL príncipe la encontró exquisita y le preguntó por el nombre del postre. El Chef le repondió "Crêpe Princesse", a lo que el príncipe le contestó que sería mejor llamarlo "Crêpe Suzette", en honor a una niña pequeña que estaba con ellos.
De todos modos el gran Auguste Escoffier fue el primero en publicar la receta y no sería de extrañar que él mismo fuera el autor.
La "Crêpe Suzette" es una crêpe con una salsa elaborada con mantequilla, mandarina y Curazao, que se flamea con el mismo licor.

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